Un hombre de las viñas habló, en agonía, al oído de Marcela. Antes de morir, le reveló su secreto:
“La uva” -le susurró- “está hecha de vino.”
Marcela Pérez-Silva me lo contó, y yo pensé: Si la uva está hecha de vino, quizá nosotros somos las palabras que cuentan lo que somos.

Eduardo Galeano - El libro de los abrazos

El escritor Guillermo Marín Ruiz ha dicho que la danza de la pluma realmente no existe. Esa danza, una de las más emblemáticas y reconocidas de Oaxaca, tiene versiones populares contradictorias, incompletas y vagas, por eso es difícil considerarla una parte integral de la historia indígena. Hoy en día, la noción popular de la danza tampoco tiene mucha concordancia con el mundo moderno.

El consejo de Marín a los integrantes de la danza es que procuren inventar sus propias historias; adaptándolas a las partes realmente conocidas, llenando los huecos de una manera que tengan sentido en la cultura actual. De esa manera, nuestras danzas y otras tradiciones culturales pueden seguir adelante, con ideas e historias que tienen concordancia con nuestra realidad actual.

Como dijo Oscar Wilde, la verdad raramente es pura y nunca simple. En las obras de Mestizaje: 500 Años de Encuentro, tratamos de cumplir con la responsabilidad de imaginar historias que conecten el pasado con el presente, y el presente con el futuro que queremos, abarcando la complejidad.

Las obras de Mestizaje representan esa meta en varias formas. Comenzando con su título, se apropian unas de las palabras más asociadas con la lucha colonial de “desindianizar” el país.

En nuestro contexto, usamos la palabra “mestizaje” no sólo para referirnos a los resultados raciales de las conquistas. No hacemos reverencia a las culturas hegemónicas que han tratado de dominar el país a través de sus sistemas de castas. En la obra, el sentido principal de la palabra es referente a los intercambios voluntarios; a la interacción entre varias comunidades de Mesoamérica, a la colaboración entre los artistas, quienes han inventando esta obra a través del conocimiento y la orientación de científicos y gestores culturales. En nuestra visión de Mestizaje, reconocemos la cultura occidental sin sojuzgar a Toltecáyotl, es decir, la cultura prehispánica.

Tomando prestadas unas palabras de Guillermo Bonfil Batalla, la obra “no se trata de negarla (cultura occidental) como desde su perspectiva se ha negado a la civilización mesoamericana. Tampoco se trata de ignorar que muchos elementos culturales de la civilización occidental pueden y deben ser empleados en la construcción de un México mejor para todos.”

Muchas de las técnicas ocupadas en la elaboración de las piezas reflejan esa aceptación de lo que trajeron desde el mundo occidental a México y como fueron mezclados con elementos, técnicas y costumbres nativos. En la práctica, el tejido, el arte hojalata, el arte plumario y la orfebrería todos representan el mestizaje de las técnicas y materiales ajenos con formas relativamente indígenas.

Por ejemplo, los famosos telares de pedal de Teotitlán del Valle fueron inventados en la india y fueron traídos a México por los españoles. Hoy en día, muchos talleres en ese pueblo ocupan telares coloniales de pedal con lana de borrego – un animal europeo – para realizar diseños autóctonos con tintes naturales de la región.

Las formas de las piezas y personajes que representan la obra, también reflejan el mestizaje; en el caso de unas piezas, como la de Marina y el primer Mestizo, es en el sentido original de la palabra. En el caso de otras, como en Aliado, el mestizaje se encuentra en la adaptación del personaje de “Gonzalo Guerrero el Renegado” a la cultura maya. Mientras otras piezas representan más la influencia europea o mesoamericana, la colección completa representa el período de transición de Mesoamérica hasta la colonia.

La obra también es un mestizaje de varias artes populares de la región. Posiblemente, esta obra represente la primera vez que los maestros en el arte de hojalata, plumaria, dos tipos de telares, tallas de madera, orfebrería y pintura se hayan unido para realizar una obra. En este sentido, la obra representa un mestizaje nuevo. Es un acto que redefine y da nuevo contexto no sólo a nuestra historia pero a la práctica de todos los integrantes de la obra también.